Una calle cualquiera, instantes,
lo cotidiano. Lo días pasan incansables. Por el este lucen los primeros rayitos
de sol e irremediablemente se despiden de nosotros por el oeste, un día tras
otro, no cesan. Ocupar ese ciclo insaciable es una tarea que nos encomiendan
sin preguntar, y cada cual lo hace a su manera (el que puede).
A veces se pedalea cuesta arriba,
la mente se apelmaza y nos pesan las piernas,…, siempre llega una conversación,
una sonrisa, una anécdota, ese algo
que nos hace despertar del mal sueño, y todo nuestro ciclo vuelve a tener sentido, se desvanece el blanco y el
negro, la neblina y aparecen los colores…
Aparecerán.