Recuerdo el sonido de inflar globos como arma de doble filo. La molesta sensación de oír a los reyes magos en el salón, soplando tras disponer los regalitos ordenadamente en el lugar correspondiente a mis zapatos nuevos, me amedrentaba y hacía que me tapase hasta las orejas para no escuchar nada. Al mismo tiempo, me infundía ilusión por despertar a la mañana siguiente y observar, antes que ninguno, a través del cristal semi-translúcido el festival de colores, que me llevaba a sacar a empujones, literalmente, a los demás y abrir juntos las puertas para descubrir lo que el papel de regalo escondía en sus entrañas.
Esta vez es diferente, vamos a ir inflando poquito a poco el globo de color, para que de él vayan escapando diferentes pinceladas, matices, sentimientos,..., aunque al principio piquen los mofletes por dentro, aunque al principio sean tímidos y disimulen su presencia, espero que suelten lastre y asciendan, y logren teñir en ocasiones, el amplio cielo gris.