sábado, 22 de octubre de 2011

Y los que quedan.



Acostumbro a mirar por la ventana mientras desayuno, cada día. Me hago una idea general de cómo será el día observando mi calle, es difícil explicar que no espío a la gente, no individualmente, es una medida que engloba muchos elementos, … las caras me hablan, por sus expresiones, de la calidad del día que me toca vivir.

Fallo a menudo.

Costumbre o manía me ayuda a restaurarme mentalmente, y a despertar, sorbito a sorbito. Odio un café templado.

Ésta vez, tras una ventana, llueve y atardece. Disfruto detrás del cristal y de las lentes. Mido, calibro, compongo y recompongo,… toca esperar a la oscuridad con la extraña sensación de estar desperdiciando algo, lo siento fríamente centímetro a centímetro durante el descenso del sol, se disipa otro día, otra luz. 

Ya son más de diez mil…
y los que quedan.