Toallas secando al fresco sujetas por dos pinzas, sopla viento del norte, el despertar en la terraza es agradable, placentero y casi necesario, como el cigarro después de comer. Me imagino en el velero, con los hombros tostándose un poco al sol matinal y la brisa refrescándome a ráfagas discontinuas, lo huelo. Sólo me gusta figurarme en esa sensación, pero no tengo ninguna intención de estar navegando, ni de sujetar el timón, ni de esquivar la botavara en el siguiente viraje,…,prefiero divisarlo desde el sofá, ser mero espectador de esas sensaciones que en el pasado tuve oportunidad de ser protagonista. Ahora me encuentro bien expectante, envuelto en sonidos matinales de los míos: esos pies que arrastran por el pasillo la desgana de las primeras horas del día, esas cucharillas que remueven el café recién hecho, esas caras de sorpresa y felicidad al descubrir que ya hay alguien despierto.
El verano continúa.