Hoy más que nunca me falta el
tiempo. Trascurre incesante, pero no oigo su tic-tac.
Según la ecuación, determinadas velocidades
y determinados espacios modifican su monotonía. Segundos se convierten en eternidades
e infiniditudes transcurren a la
velocidad del rayo. Caprichoso este tiempo…
¡pues que falte y que nunca sobre!