Vivimos asumiendo que nadie
conoce nuestro contexto, nuestra situación geográfica. Desconocidos incluso ante territorios suficientemente
cercanos. Da pena pensarlo. Da pena que no sepan de buena tinta que aquí los
rayos del sol inciden de manera distinta y nuestra luz es particular, nuestro
azul es distinto a todos los demás. Da pena que sólo se conozca una frontera de nueve metros de altura, la menos importante, y pasen desapercibidos otros lindes, los infinitos, los del color, los de las nubes.
¡¡Con lo bonitas que son las nubes!!