De un tiempo a esta parte, me he
repetido para mis adentros “esto
es cosa del karma”, “el karma me lo recompensará”.... Esta
especie de fuerza espiritual, invisible e inmensurable, depende de cómo
actuamos. Es como una ley causa-efecto, que se inicia por determinadas acciones.
No sé cuando inicié el ciclo, pero parece, que al repetirlo tanto en mi mente, se ha
puesto en marcha el solito y avanza por buen camino. Lo he cultivado a conciencia a
ratos, a veces un poco sin querer, y he terminado creyéndomelo. O eso creo.
Ahora mi efecto es contemplarte, a mi antojo. Aunque mires por la ventana. Deshilachar tus movimientos, no inventarlos, no tener que soñarlo.