sábado, 3 de diciembre de 2011

Pupilas azabache



Su infancia es sencilla, va contando momentos felices con granos de arena. Los guarda en una bolsa infinitamente pequeña donde, en cambio, cabría lo infinitamente grande. Su felicidad no se refleja en las pupilas azabache porque no ha calado hondo; hondo han llegado el hambre, la madurez temprana, la falta de recursos. La picardía para encontrarlos. Quizá vive impregnado por la tristeza. Por una melancolía rotunda de ir más allá de donde su vista alcanza a distinguir.

Las dos motas de su mirada es lo más parecido que tiene a los sueños y a la esperanza: ilusión de que este retrato llegue lejos para enseñarnos una realidad que no es la nuestra pero de la que somos cómplices. Y nos grita, apretando los labios, que le salvemos… pero nadie se mueve. Todo lo llena un silencio en blanco y negro.

Letras de Verónica Criado en Tardes de humo y vino.