lunes, 26 de diciembre de 2011

La gente pato



Voy a escribir un poco sobre la gente pato.

          Como ya te he dicho en otras ocasiones, el terreno de la fábrica donde trabajo es muy grande y tiene un bosquecillo y un estanque. Es un buen lugar para pasear. El estanque es bastante grande y allí viven unos patos. Una docena en total. No sé qué constitución familiar tiene esa gente. Aún no los he visto pelearse nunca aunque imagino que debe de haber cosas del tipo <<me llevo bien con aquél, pero no con el otro>>, y demás.(…)

Últimamente me acerco siempre los fines de semana y mato el tiempo mirando a la gente pato. Observándolos, se me pasan volando dos o tres horas. Vengo bien equipada con mallas, gorra, bufanda, botas, abrigo de piel, igual que un cazador de osos polares. Me siento en una piedra y observo sola, sin pensar en nada, a la gente pato durante horas y horas. A veces les doy trozos de pan duro. Aquí no hay nadie tan curioso ni despreocupado como yo.

Pero lo que tú quizá no sepas, señor pájaro-que-da-cuerda, es que los patos son gente divertida. Por más tiempo que pase, no me canso de mirarlos. No entiendo como las demás chicas se desplazan lejos y pagan dinero para ver películas aburridas en vez de interesarse por esta gente. Los patos vienen volando, por ejemplo, aterrizan sobre el hielo y, a veces, resbalan y se caen. Como en un programa cómico de la televisión. Mirándolos yo me río sola. La gente pato no lo hace para que me ría, por supuesto. Se toman muy en serio su vida, pero resbalan y acaban cayéndose, ¿no te parece fantástico?

La gente pato que hay aquí tiene unas patas monas y planas de color naranja, como las botas de agua de los niños de enseñanza primaria, pero parece que no están hechas para caminar sobre el hielo, todos resbalan. A veces se caen de culo. Y es que, seguramente, no tienen ningún sistema antideslizante. Así que el invierno no debe de ser una estación muy divertida para la gente pato. No sé qué piensa en el fondo esa gente respecto del hielo. Pero no creo que vayan echando pestes. Observándola me da esa sensación. Parece que disfrutan de la vida, incluso en invierno, rezongando: <<¡Uff! Otra vez el hielo. ¡Qué le vamos a hacer!>>. A mí me gusta la gente pato. (…) 

La nieve que cayó hace unos días se ha helado en el camino del bosque y al pisarla se rompe crujiendo bajo los zapatos. (…) Cuando camino con el cuello del abrigo levantado, la bufanda enrollada alrededor del cuello, echando el aliento blanco, llevando un pan en el bolsillo y pensado en unas cosas y otras sobre la gente pato, me siento alegre y feliz. Hasta el punto de pensar que hacía tiempo que no experimentaba esta sensación de felicidad.

Y dejo de escribir sobre la gente pato.

Letras de Haruki Murakami en Crónica del pájaro que da cuerda al mundo.