Hemos vuelto a la infancia, todo
retrocede y vuelve a empezar. Mirada al infinito, pensamiento perdido, música
triste y un redoble que zarandea nuestro interior.
Ahora oímos el sonido continuo de
nuestras constantes vitales planas, a cero.
Triste no es la palabra, es
agotado, exhausto, alarmado por el que abrirá esta vez, la herida que aún no ha
cicatrizado.
Párpados, entrañas, todo pesado.
Atrapados. Pequeñitos. Pasaremos página, de nuevo, ensancharemos nuestra
mochila del alma, le haremos otro huequito, nos abrocharemos los cordones y
ascenderemos. Firmes. Un paso y luego el otro. Confiad. Vistazo al cielo, un
paso más.
Se puede, nuestra
niñez ayuda.
La suya, quizá menos.
La suya, quizá menos.