Un medio día cualquiera abres los
ojos, y te encuentras con toda una gama de grises delante tuya. Se nubla el día.
Uno respira, respira hondo, se adentra en el horizonte, vuelve a respirar, y la
sensación de desazón en el pecho va disipándose, pero muy poco a poco, como la
bruma. Se avistan, allí a lo lejos, unos pocos reflejos, haces de luz que
intentan que el día vaya mejorando. Fijo que lo consiguen…estoy convencido.