Quizá
porque lo terrenal apesta.
Quizá por alejarme de lo real.
Quizá por falta de tiempo.
Sea por lo que fuere, asomarse al cielo, es como el fluir de unos pensamientos:
cambiando,
entremezclandose,
creciendo,
luchando,
desapareciendo,
fortaleciéndose,
esfumándose,
irritándose
haciéndote sonreir
...
Sea por lo que fuere, me interesan las nubes, sus formas, lo que transmiten, sus luces y tonalidades, mucho más que lo cercano.
Sea por lo que fuere, me alimento de nubes y lo peor es que...
¡¡saben delicioso!!