lunes, 21 de enero de 2013

A caballo



Poco a poco, ya logro caminar, voy trastabillándome con todo. En el cambio del trote al galope, me desplomo y vuelvo a caer. Tropiezo. En pie de nuevo, me asemejo al soldado que no coge el paso en el desfile, se me nota, se me nota a leguas.

Me abrasa el calor, al sonrojarme agarro las crines, con fuerza, y abrazado a su cuello consigo afianzarme en los estribos, la arritmia disminuye, muy despacio. Los cascos adquieren el compás deseado:    “clock-clock   clock-clock   clock-clock”    el ritmo contra el pavimento me envuelve y tranquiliza…me fascina ese sonido.

No es el galope de Atila, pero me es suficiente. Al menos, voy a caballo.